viernes, 11 de marzo de 2011

DIA 13

La continuidad en este diario es muy importante. El oficio de “diarista”, el análisis de algo propio, necesitan, requieren que me presente, disléxica o loca, frente a la pantalla. Afuera llovió con sol, llovió con grises, llovió, se despejó y ahora hay este sol prolijamente recortado contra un cielo azul límpido. No debería dejar de escribir, la lluvia no empaña el cristal.

Los picaflores son los únicos fieles a mi amoroso cuidado. Los seres humanos somos demasiado complejos, tenemos esos escabrosos métodos de sopesar cuánto y cómo recibimos ese amor, con qué fines, con qué mochilas. No nos entregamos. No dejamos de apretar por el cuello, no dejamos que algo esté fuera de nuestro control. Simplemente, porque no soportamos perder el control de algo: de los otros, de nosotros mismos, de lo que nos pertenece, de lo que pensamos que nos pertenece.

Los picaflores vienen y van, sólo eso. No dejan de venir si afuera llueve. Así es mi amor y mi forma de amor, va y viene, pero nunca se detiene por mal tiempo.

domingo, 6 de marzo de 2011

DIA 12

Y sí, son las 4 am. Decidí venir y escribir porque a veces es así, te agarra una especie de insomnio “creativo”. Nada, escribí dos poemas tontos, que subí a mi otro blog. Dos poemas tontos que hablan de mí, de algo que siento, de salgamos a flote, pequeña alma mía, o seremos náufragos. Nada, recontra nada. Vi una película que vi casi millón de veces, intentando explicarme algo que no se explica en las películas. Hace un rato me picó una avispa cerca del codo y tal vez su veneno efímero e insignificante haya despertado algo en mí, alguna señal. Una señal efímera e insignificante, por cierto. Pensé en varias personas, en varios temas, en la astrología y en las cartas que uno le hace a la gente y de pronto se entromete en sus vidas, como si nada. Sabés de sus miedos y de sus placeres, como si fuera propiedad de nadie. O, también, si te ponés serio, te das cuenta de que empezás a ser dueño de algo que el otro tal vez desconoce de sí mismo. Y tal vez te da pudor. Sabés algún pequeño detalle que el otro pasa por alto, y por eso sufre, y por eso falla, y por eso llora. Entonces empezás a ser un poco cruel si no podés ayudar, un poco cómplice, un poco.

Pero ese no es el tema. Mi pensamiento se detiene aquí, cuando te sentís dueño de alguien porque lo conocés. Pero no dueño a la manera egoísta, poseedor, controlador. No, sino de cotitular. Copiloto. Acompañante de algo, de alguien. Es como entrar a la casa de alguien a quien sólo conocés de haber charlado, y ya en el hall te sentís como en tu propia casa, vas a la cocina y decís “tomemos un mate” y ya sabés dónde está la yerba, por ejemplo. Porque te imaginás, a tientas, dónde pone la yerba alguien así. Lo harías con los ojos cerrados y lo mismo encontrarías la yerba. Porque estás en el otro, te adueñaste de su mirada, de su corazón. No, no en el sentido romántico, sino en el sentido humano, profundamente humano. Sos uno en el otro, con el otro. Le decís “poné música” y sabés qué va a poner. Lo romántico es sólo una tarea más dentro del adueñarse, adueñarse tiene otra raíz, casi metafísica, de vidas anteriores y sueños.

Iba pensando en esto, y por eso me puse a escribir. Leo un poco algunos blogs que me gustan, parpadeo varias veces, sintiendo que el sueño viene, lo dejo venir, y lo festejo. Celebro su presencia, ¡parece que sigo siendo un ser humano!

viernes, 25 de febrero de 2011

DIA 11

Me está costando este año. Arrancó suave y amiguístico, con vacaciones, y se fue entremezclando con muertes de amigos de amigos, planteos filosóficos filosos, idas de amigos, venidas de propuestas que así como venían se iban, dificultades, dificultades, planteos, planteos, dudas existenciales, y así, mechándose intensidades con preguntas y respuestas que no esperaba ni quería, negativas, muchas, probabilidades, muchas, posibilidades, pocas.
Voy y vengo sin frenarme en ninguna parte. Abro un libro y lo descarto. Abro mi destino y lo descarto. Abro mi mente y la descarto. Abro mi sueño y lo desarmo, le busco el punto final y lo suelto. Soy mejor para soltar. No quiero retener nada, no quiero nada propio, nada mío. Lo mío me enmimisma y me esclaviza. No quiero atarme, atar. Iría por la vida con tijeras, si me dejaran, cortando piolines. Tengo sensaciones de acuario hace un tiempo. Acuario, ¿cómo te explico? De dejarlo todo, irme sin destino a buscar nuevo hogar, nuevo suelo.
¿Por qué no encuentro mi lugar en el mundo?
Sí, ya sé que dije “este es mi lugar en el mundo”. Pero ahora me resulta antipático, caótico, rústico, sólo una osamenta. ¿Qué le hago a esta sensación? ¿La dejo venir, la miro pasar, la dejo ir? Esto no lo construí bien. A esto le faltó algo abajo, en la estructura. Dejé algo sin terminar, por donde se filtra el agua de la angustia, sensación de que todo se va a caer. Todo se va a caer.

miércoles, 23 de febrero de 2011

DIA 10

Llevo un diario de frustraciones, que escribo a mano. Las frustraciones son difíciles de compartir, causan escozor, vergüenza, tristeza. Furia. No quiero leerme entre las cenizas de algo agotado.
Los miedos y la nostalgia, en cambio, son catalizadores de mi creatividad. Puedo hablar de ellos, puedo nombrarlos y analizarlos, frecuentarlos. La frustración, y tal vez el miedo a la frustración, nace más allá de la razón y de la lógica. Viene remontando células madre, remontando el ancestro. Es “detrás de la oreja”, aquello sin nombre que susurra. Por eso lo digo y lo escondo. Es como creer que no lo digo.

martes, 22 de febrero de 2011

DIA 9

Volví. Regresé. Pensé escribir muchas cosas mientras estuve de vacaciones, pero no recuerdo ninguna en particular, y si recuerdo alguna, ahora me parece insignificante (incluso cursi o tonta). No voy a contar qué sucedió mientras estaba de vacaciones, ni qué soñé ni qué imaginé ni qué recordé. Pero dejo señales, de humo, visibles pero fugaces. El viento las esparce, magnifica o desaparece. No me importa. Es un corazón irracional éste (sí, el que parece mío).
Sucedió, aconteció. Soñé, imaginé y también recordé a aquella nena que caminaba por allá, vagabunda, impaciente, enamoradiza, que se iba por el río cuesta arriba a encontrarse con más sueños, más fantasías, más recuerdos. Soñé con fantasmas. Imaginé piedras talladas. Reconocí breves instantes de felicidad. Algunos cuantos amoríos. Algunos cuantos veranos de niña, otros de adolescente, otros de mujer. Un paseo donde desfilaron lugares y momentos, secretos, encuentros para toda la vida o por un instante. Pero más que nada, intensidades que ya no voy a recuperar. Intensidades. Tensión e intención. Momentos de mí, de una desconocida, peligrosa cristina, que se inclinaba en los bordes de las piedras a mirar más allá de todo, de sí misma. Que se inclinaba en las orillas de un hombre para mirar más allá de él mismo. Que se tensaba para alcanzar los sueños más altos, los silencios más profundos, donde el río o la montaña estaban solos, donde ella y su corazón estaban solos.
Respiro tranquila. Los días se van adormeciendo en mi recuerdo pequeño, selectivo. Despierto a mi vida sencilla, de ser madre y protectora de nuevos sueños. Me levantan temprano las ideas para un nuevo año, nuevos esquemas, nuevos horarios, y misma yo, pero distinta. Menos peligrosa cada vez, pero siempre alumbrando nuevas maneras de intensidad, tensión e intención. Menos impaciente, pero siempre andando, andando por los bordes, por las orillas, buscando el cauce. Retornar a casa.

lunes, 31 de enero de 2011

DIA 8

Todo listo. En un rato apago esta compu hasta el regreso. Apago el facebook. Apago este diario. Apago todo. ¡Desenchufo! (....ommm.... me lo merezco.... melomerezcoommmm....)

Linda vida, hasta la vista.

¡Amor y nueces para todos!

domingo, 30 de enero de 2011

DIA 7

Me levanté a las 6, un domingo. A las 6 ya hay claridad azul. Me hice un mate. Regué. El agua a esa hora es insospechadamente bella y fresca. Alimenté a mis picaflores zumbones y a mis gatos. Limpié. Me tomé otros mates. A las 7 y media el sol aparece sobre la montaña repentinamente y todo se torna dorado, y ardiente. Me bañé. Se despertó Joaco, otro que si abre un ojo ya no duerme. Son las 8 y media. Falta tanto para que cobre vida esta casa. Hacemos tiempo. Yo escribo, él juega con sus “alienígenas”, ahora se baña. Francisco duerme despatarrado. Por fin, luego de diez días, duerme toda la noche sin despertarse a toser. Calculo que el antibiótico hizo su efecto, lo mismo que no haber encendido el ventilador las últimas dos noches. Son pruebas y estudios de sus mecanismos, como dice la homeópata. Ver “por qué”, para demostrar qué, para expresar qué. Sus malestares. Sus desacuerdos. Los desencadenantes emocionales, físicos, contextuales. Sería maravilloso que los niños vinieran con manual explicativo. Pero no. Es un aprendizaje continuo y mutuo: ellos aprenden a manifestarse como son, nosotros aprendemos a flexibilizar lo que somos para darles su propio lugar en el mundo. O algo así.

Estoy ansiosa. El martes nos vamos a Cura Brochero. Van a ser unas vacaciones diferentes, en muchos sentidos. Joaco tiene sueño, se acostó a dormir otra vez. Yo dejo de escribir, me tiro en el sillón a leer un poco. Más tarde tal vez vuelva sobre este diario. Estoy ejerciendo mucho la escritura y poco el pensamiento. Poco la reflexión. Estoy haciendo crónica. No me gustan las crónicas. Punto final.