Llevo un diario de frustraciones, que escribo a mano. Las frustraciones son difíciles de compartir, causan escozor, vergüenza, tristeza. Furia. No quiero leerme entre las cenizas de algo agotado.
Los miedos y la nostalgia, en cambio, son catalizadores de mi creatividad. Puedo hablar de ellos, puedo nombrarlos y analizarlos, frecuentarlos. La frustración, y tal vez el miedo a la frustración, nace más allá de la razón y de la lógica. Viene remontando células madre, remontando el ancestro. Es “detrás de la oreja”, aquello sin nombre que susurra. Por eso lo digo y lo escondo. Es como creer que no lo digo.
no me digas! miedo a la frustración? nooooooooo, me estás jodiendo!
ResponderEliminar( no soy el anónimo de siempre)
( o sea, soy el anónimo de siempre)
(estoy tentado de borrar el comentario, igual si no te gusta, bórrelo)